Muchas empresas que prosperaron durante y después de la pandemia no solo fueron más ágiles y dinámicas que sus competidores; sino que también escucharon y respondieron a las audiencias, no solo a sus clientes, sino a una amplia variedad de otros grupos de interés, siendo esto resiliencia social empresarial.
La agilidad es importante
La pandemia ha sido un momento de prueba para la mayoría de las organizaciones. Aquellas con la capacidad de resiliencia para moverse y aprovechar las oportunidades emergentes no solo han sobrevivido sino que han prosperado. Han estado abiertas a redefinir lo que hacen y/o cómo lo hacen; identificando cualquier brecha en sus sistemas y asegurándose de que estén fortalecidas para el futuro. El éxito se ha definido como la forma en la que los equipos de liderazgo han respondido a un conjunto complejo y desafiante de circunstancias sociales, políticas, ambientales y económicas.
Algunas otras empresas han prosperado durante la crisis; algunas han tenido la suerte de estar en el lugar correcto en el momento adecuado (compras en línea, entrega a domicilio, desinfectantes de manos, etc.); otras han generado su propia buena fortuna manteniendo sus puertas abiertas al mundo que los rodea.
No volveremos a la normalidad, el cambio continúa
La velocidad y la complejidad del cambio en el mundo actual; estrechamente conectado y habilitado digitalmente, continúa aumentando. La noción de que “una vez que se hayan resuelto los problemas inmediatos, habrá una oportunidad para respirar hondo y relajarse”, ya no es realista.
Es fundamental actuar ahora; reflexione sobre las lecciones aprendidas de los eventos del año pasado y luego repase todos los escenarios de cambio imaginables. Tras la pandemia, todavía es posible capitalizar el ritmo y el impulso del cambio durante el año pasado y dirigirlo hacia iniciativas que generarán resiliencia para el futuro.
Sobre todo, será importante reconocer que el mundo seguirá avanzando cada vez más rápido, por lo que no moverse, al menos tan rápido, podría significar quedarse atrás. Los problemas que las organizaciones y el planeta en general enfrentan y seguirán enfrentando en los próximos años exigirán resiliencia.
Convertirse en una organización resiliente
Por muy difícil que sea para una organización en el corto plazo; desarrollar la resiliencia es una inversión que debe realizarse para permitir el éxito a largo plazo. El momento de actuar es ahora. Esperar para responder a la próxima disrupción no planificada sencillamente no es viable. Los líderes de una organización deben estar energizados y motivados para trabajar juntos a fin de desarrollar e incorporar la resiliencia necesaria para sobrevivir y prosperar. La mejor forma de hacerlo dependerá de la naturaleza de cada organización.
Sin embargo, independientemente de los pasos específicos y detallados, la planeación de escenarios, en toda la organización y su equipo de liderazgo, es una de las formas más efectivas de prepararse. Este ejercicio debería incluir la visualización de todos los escenarios imaginables, trabajando para identificar vulnerabilidades, puntos ciegos y brechas. En esencia, el objetivo debería ser virtualmente “romper la organización”, para protegerla de que se rompa en la vida real.
Luego, una vez identificada esta lista de vulnerabilidades; trabaje en colaboración entre regiones y unidades de negocio para determinar la mejor manera de abordar cada punto y desarrollar la agilidad y la capacidad necesarias para minimizar los factores de riesgos.
Entrenamiento de resiliencia
La resiliencia es esperar lo inesperado, lo que significa estar siempre alerta y preparado para ello. El entrenamiento de los atletas para eventos extremos les exige más de lo que probablemente puedan enfrentar, para que, de esta forma, puedan afrontar con confianza lo que pueda ocurrir en el evento. Esto mismo aplica en los negocios.
Los escenarios más extremos necesitan ser ensayados y entrenados para que la empresa esté lista para lidiar con cualquier cosa que pueda enfrentar en el mundo real. Y, como un atleta, no es una opción dejar de entrenar durante algunas semanas y aún esperar estar en plena forma si el evento se adelanta inesperadamente. Los sistemas deben mantenerse a punto, listos para afrontar el desafío cuando se presente.