Cómo sentirse más vivo en el trabajo
Si eres de quienes no se emociona con la llegada del día lunes, es probable que no estés disfrutando tu trabajo.
Trabajar es una de esas actividades humanas necesarias no solo para subsistir, sino para sentir la plenitud de ser útil, de tener proyectos y ejecutar acciones en pro de ellos.
Entendiendo que este es un hecho prácticamente inevitable, ¿de qué forma puedes hacerlo sintiendo que no es un castigo?
Tal vez nunca te hayas hecho antes esta pregunta, pero la verdad es que deberías, porque lo más probable es que pases unas 90.000 horas de tu vida trabajando. Bastantes, ¿no?
¿Cuál es el rol de las organizaciones para que desbordemos vida en el trabajo?
No son pocos quienes ven el trabajo como algo que ‘deben’ hacer. Y eso es fundamental, porque hay una gran diferencia entre el deber y querer.
Parte de esto, tal vez tenga que ver con la actitud que asumes. Pero no te culpes, no todo es tu responsabilidad.
Algo cierto es que muchas empresas y organizaciones aún funcionan bajo parámetros antiquísimos en muchos de sus ámbitos.
Desde la Revolución Industrial y hasta la fecha, tanto en la educación como en muchas organizaciones, se han utilizado los mismos esquemas que, lejos de resultar más productivos, terminan teniendo el efecto contrario.
Estos son: aprende, aprende, aprende, produce, produce y produce.
¿Y qué hay de las satisfacciones personales? Aquí pudiera haber gran parte de la respuesta al asunto.
La razón de que la mayoría tengamos conflicto con esta forma de ver la vida, es porque somos seres complejos que no solo pensamos en tener dinero, aunque muchos se empeñen en vendernos esta idea.
También queremos hacer cosas que nos gusten, que nos motiven y que nos hagan sentir plenos, incluso en el trabajo.
No se trata de que trabajar sea un asunto divertido y lleno de placer, sino que haya retos que nos prueben y que nos permitan mostrar capacidades y habilidades que a veces pasan desapercibidas detrás de la rutina.
El mundo es cada vez más dinámico, más cambiante y nuestro propio impulso por experimentar y desarrollarnos es muy fuerte. Ahí es donde viene la incoherencia.
Resulta que muchas organizaciones frenan este impulso y evitan que aprendamos. Muchas de ellas hacen que el trabajo sea una actividad rígida, monótona de la cual es difícil desprenderse.
Si lo vemos desde un punto de vista biológico, nuestro cerebro está orientado a la búsqueda y a la exploración. No en vano somos la especie que más lugares del planeta habita.
Dicho esto, cuando el ser curioso que somos se activa, se libera dopamina, una hormona de la felicidad que nos hace estar más motivados y mostrarnos más entusiastas en el trabajo.
Cuando segregamos dopamina, sentimos menos miedo de experimentar, lo cual conduce a menor ansiedad y a mayores niveles de satisfacción en el espacio laboral.
¿Cuál es tu rol para que desbordes vida en el trabajo?
Ya revisamos lo externo. Ahora vamos al meollo del asunto: Tú.
El sistema es el que es. No es inamovible, pero cambiarlo es mucho más laborioso y complicado.
Muchas personas quieren que sus trabajos sean más satisfactorios, sin embargo no hacen el ejercicio de revisión a lo interno.
Comencemos por cuáles son tus discursos internos acerca de tu trabajo. Tal vez no lo hayas pensado, pero lo que haces, genera un impacto en los demás.
Una buena idea para motivarse en el área laboral pasa por reflexionar acerca del beneficio que generas en otras personas.
Por ejemplo, si eres una secretaria en un empresa, tú eres la encargada de ayudar a otras personas para que la gestión de sus documentos sea efectiva, con lo cual le ahorras tiempo y energía.
Sin importar el cargo que tengas, pregúntate:
─ ¿En qué ayuda mi trabajo a los demás?
Saberse útil es parte importante de la motivación y a veces lo pasamos por alto. De este modo, cuando te enteres sobre tu importante rol, la reacción emocional funcionará como un disparador que te hará ver tu trabajo con otra mirada.
No es necesario que lo hagas todo el día, pero Dan Cable, profesor de la London Business School y autor del libro Alive in the work, sugiere que sea un ejercicio diario de al menos 10 minutos.
Incluso, puedes recordar alguna historia en la que hayas ayudado a otro y obtenido como resultado un sonoro ‘gracias’.
Si esto no sucede, entonces es tú labor agradecerte y valorar tu esfuerzo. Al fin y al cabo, vives contigo las 24 horas del día. Bien puedes tomarte unos segundos para agradecerte.
Cuando el trabajo no tiene propósito para ti
No nos engañemos, no todos nacimos para todos los trabajos. Así que parte de la vida laboral, también consiste en explorar para qué somos buenos y en qué estamos más satisfechos.
Aquí es donde el propósito juega un rol fundamental. Claro que habrá momentos en los que trabajes en algo que no te encante, sobre todo al inicio de tu carrera.
Sin embargo, cuida de que no se haga un hábito.
Indaga sobre tu propósito personal. Una forma de hacerlo es con la técnica de los ‘para qué’:
─ ¿Para qué soy gerente de recursos humanos?
─ ¿Para qué me levanto todos los días a las 6 a.m. y llego a mi trabajo a las 7 a.m.?
Dicen que quien se hace una pregunta, obtiene una respuesta. Salvando la generalización, las respuestas que obtengas pueden hacer que te plantees nuevos retos.
Muchas personas terminan sufriendo el llamado síndrome de burnout o síndrome del quemado cuando llegan al límite de su agotamiento e insatisfacción laboral.
No tienes por qué esperar llegar hasta este punto. Puede ser que lo tuyo sea no sea ejercer como abogado, pero que tengas gran habilidad y gusto por la cocina.
Entonces se abren posibilidades como las de abrir un restaurante, estudiar cocina, etc.
En definitiva, el propósito es fundamental para sentirse más vivo en el trabajo. Ya lo dijo Goethe: ‘una vida sin propósito, es una muerte prematura’.